Pese a que los datos indican que el alquiler en nuestro país se ha incrementado, la realidad es que continúa siendo muy inferior a la de los países del entorno. Todo esto puede dejar en una situación muy complicada a los jóvenes.
NO APRENDEMOS: LAS HIPOTECAS DE LOS JÓVENES EN ESPAÑA
España continúa siendo un país de propietarios, a pesar de las mareas de crisis y la “recuperación”, tenemos 18,4 millones de primeras viviendas, de las cuáles sólo el 76% está ocupada por sus propietarios, es decir, el casi un 5% menos que antes de la crisis.
Hace poco el Eurostat publicó un informe en el que desvelaba que los españoles son los últimos europeos en independizarse, elevándose la media de edad a 29,3 años. Según el Consejo de la Juventud de España, apenas el 20% de los españoles de 16 a 29 años está emancipado, dada la precariedad laboral y la inexistencia de alquileres sociales destinados a los más jóvenes.
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El informe reflejaba que, si un joven desea comprar un piso, deberá destinar más de un 60% de su salario para poder hacer frente a la hipoteca. Sin embargo, eso no impide que los españoles rechacen dicha opción, dadas las inmensas facilidades que desde hace años dan los bancos y las diferencias culturales con el Norte de Europa.
Tras analizar las diferencias entre los jóvenes de diferentes países de Europa a la hora de comprar una vivienda, sale a la luz, que en España, los hogares con un nivel de ingreso un poco más elevado, a pesar de carecer de todo tipo de seguridad, tienen mayor probabilidad de haber firmado una hipoteca. Una bomba de relojería, ya que el nivel de incertidumbre es ertidumbre el mismo, lo que puede provocar que se disparen el número de jóvenes incapaces de cumplir con el pago de la mismas.
España sigue siendo un país de hipotecados, incluso jóvenes, habiéndose convertido en uno de los países de Europa en el que los jóvenes de entre 25 y 35 años firman más hipotecas, a pesar de que el alquiler sea más bajo.
Si bien, esto viene también acentuado por el hecho de que la proporción de alquiler reducido es prácticamente inexistente.
Por ello, a pesar de la crisis, continuamos siendo un país de mucha compra y poco alquiler, una herencia que se arrastra desde el franquismo.
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de la Redacción