La gestión discrecional de carteras se está convirtiendo en una fuente de ingresos cada vez más importante para las gestoras, hasta el punto de que ya supone más de un 12% de sus ingresos anuales.
AHORA LA GESTIÓN DISCRECIONAL, EL NUEVO NEGOCIO DE LA BANCA
Las entidades han pasado de ingresar 189 millones de euros en 2017 a 400 millones en 2018 en concepto de gestión discrecional e individualizada de carteras, es decir, por prestar un servicio de inversión por el cual el cliente mediante la firma de un contrato autoriza a la entidad a gestionar su patrimonio en su nombre.
Hay que resaltar, que este incremento ha llegado tras la entrada en vigor del Mifid II, la normativa europea que aboga por introducir transparencia dentro de la industria y, que solo permite el cobro de incentivos cuando estén diseñados para elevar la calidad del servicio a los clientes.
La fórmula que están utilizando los bancos para demostrar que ofrecen un valor añadido es poner a disposición de los mismos al menos un 25% de fondos de terceros en su oferta.
La gestión discrecional ha logrado en un año el 31% del dinero de la banca en fondos.
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Una de las ventajas que tiene es el hecho de que el asesor no tiene que localizar el cliente para explicarle su propuesta y esperar su aprobación, lo que reduce considerablemente los tiempos.
Otra característica es que invierten en las clases limpias de los fondos.
Pero una señal de identidad que puede acabar en desventaja, es que una gran parte de los fondos con los que se crean estas carteras pertenecen a la propia entidad, concretamente, el 59% de los fondos de la gestión discrecional.
El verdadero hándicap para el cliente es la dificultad de comparar los costes de estos servicios entre las distintas entidades, así como la rentabilidad que logran estas carteras, ya que cada cliente tiene un perfil de riesgo distinto y en función de ello construyen las distintas carteras, algo que no se publica en ninguna parte e imposibilita realizar una verdadera comparativa.
La gran ventaja de este servicio para la banca es que puede llegar a multiplicar por diez sus ganancias sobre sus costes, ya que en este tipo de servicios se suele cobrar al cliente comisiones por encima del 1% mientras que algunas carteras se construyen con productos de comisiones muy bajas, como por ejemplo los ETFs, con apenas décimas de costes.
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de la Redacción