La historia de tantas familias, primero son desahuciadas por impago de su hipoteca, tras varias batallas consiguen un alquiler social por el piso en el que viven y, cuando finaliza el precio del que era un alquiler social llega a duplicarse o triplicarse, forzando a los inquilinos a irse o, en los casos más desesperados, a un procedimiento de desahucio.
PRIMERO LA DESAHUCIAN POR LA HIPOTECA Y LA VUELVEN A DESAHUCIAR POR EL ALQUILER SOCIAL
La historia de Alicia y su familia, es como la de muchas otras familias en nuestro país. Alicia fue desahuciada por impago de su hipoteca en el Deutsche Bank en 2012, y en mayo de 2013 consiguió un piso con alquiler social de 400 euros mensuales, dónde desde entonces ha vivido con sus hijos y su nieto.
El pasado mes de mayo, su contrato de alquiler social venció y, el banco la comunicó que la casa había sido comprada por un fondo “buitre” y, que tenía que irse.
Desde entonces, continúa en la vivienda intentando que le renueven el contrato, pero estos fondos se niegan a negociar, hostigan a las personas y, tratan incluso de impedirles entrar en su propia casa.
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Alicia es una de las víctimas de un fenómeno cada vez más frecuente: hay muchas personas que, tras un primer desahucio, optaron por un alquiler social, pero ahora se enfrentan a un nuevo desahucio tras una brutal subida del alquiler acordado. El problema es que muchas de estas propiedades que han sido alquiladas a precios reducidos por los bancos, han sido vendidas a fondos de inversión inmobiliaria, que ahora se niegan a renovar los alquileres sociales.
Los alquileres sociales renacieron tras los desahucios post crisis, junto a otras medidas como la dación en pago. Este tipo de alquileres por debajo de los precios del mercado en creciente ascenso, estaban reservados sólo a algunos de los afectados por los desahucios por hipoteca: familias con dos hijos menores, madres solteras, personas en situación de discapacidad o desempleo sin prestaciones. Pero ahora si no se los renuevan, se verán en la calle, las listas para acceder a un alquiler social son interminables.
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de la Redacción